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martes, 30 de noviembre de 2010

Historia de Melampo

Un buen día Melampo ordenó a sus sirvientes que no mataran los retoños de una serpiente atropellada por un carromato, tras lo cual las supervivientes aprovecharon el momento en que Melampo dormía plácidamente para con sus bífidas lenguas lamerle delicadamente las orejas.
Cuando despertó, se dio cuenta con pasmo de que podía entender las conversaciones de los pájaros y los insectos, aún siendo estas en su mayoría anodinas, amén de quedar dotado de unas excelentes dotes adivinatorias.
No obstante, también pudo sacar partido de la nueva habilidad para ayudar a su hermano Biante, quien pretendía desposarse con la bella Pero, hija de Necleo, el cual dado el alto número de pretendientes impuso una condición para quien quisiera casarse con la doncella.
Necleo dispuso que el candidato debería conseguir el espléndido rebaño de vacas de su vecino Fílaco, el cual bajo ningún concepto quería venderlas. Además, Melampo oyó decir a unas grullas que quien osara robar las vacas permanecería un año en prisión y luego sería ofrecido en sacrificio al ganado.
Con el propósito de auxiliar a su hermano, Melampo roba las vacas y como el mismo había predicho es capturado y encerrado en una celda a la espera de cumplir su condena.
Unos días antes de su ajusticiamiento, Melampo oye comentar a unas carcomas que la viga que roen sobre su cabeza se partirá al amanecer, lo que comunica a Fílaco para que le traslade de celda, so pena de descontentar a los dioses por no hacer caso de la advertencia.
Fílaco se extraña, pero como es un hombre prudente accede al deseo del reo y lo acomoda en otra mazmorra, viendo asombrado como al amanecer la anterior se derrumba.
Considerando que Melampo es un acertado augur, Fílaco decide pedirle ayuda para curar la impotencia (parálisis según R. Graves) de su hijo Ificlo, para lo cual Melampo realiza un sacrificio de dos bueyes y ofrece las vísceras a los buitres, que al igual que las grullas son aves proféticas.
Cuando acuden los carroñeros Melampo oye su conversación y comprende la razón de la esterilidad de Ificlo, la cual se remonta a la niñez de éste.
Resulta que una vez que Fílaco se encontraba castrando corderos fue visto por su hijo, el cual asustóse ante lo cruento de la escena. El padre aparta a Ificlo pero antes, y para no herirlo accidentalmente, clava su cuchillo en un peral y lo olvida en un árbol que para la diosa Hera es sagrado, castigando al niño por la falta de su progenitor.
Por los buitres Melampo sabe que para sanar a Ificlo sólo tiene que encontrar el cuchillo y raspar la herrumbre para dársela de beber junto con agua durante diez días, lo que así hacen consiguiendo que poco después el hijo de Fílaco tenga su primer sucesor, llamado Podarces.
Fílaco sacrifica un cordero, pide perdón a Hera y regala sus vacas a Melampo, el cual a su vez las dio a Biante y éste a Necleo, quien concede la mano de Pero al hermano de Melampo.
Bonito final, ¿verdad?
Hera

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